"Caleuche"
Con el nombre “La Nave de los
Locos”, el cine difundió una película que abordaba este tema que, hasta la
fecha, no había sido tratado por ningún cineasta, logrando sintetizar en esta
producción argentina el contenido del mito Mapuche.
“Caleuche” es el nombre que los indígenas de origen Mapuche, (recuérdese
que los mapuche son del sur chileno y argentino, donde se asentaron, invadieron
para quedarse, a mediados del siglo XVIII ), otorgan dentro de su mitología, a
una barca grande con velamen; También se lo llama "Baroiche" = barca
de los brujos; muchos utilizan la denominación Buque o nave, palabras
inexistentes en lengua Mapudungun.
Es una barca tripulada por
brujos, adivinos, Machis, muertos o transformados, que es tripulada por los
marinos muertos en sus travesías; viaja de noche y eventualmente cuando ocurre
un hecho extraordinario puede hacerlo de día; utiliza velas rojas y puede
desplazarse tanto en el mar como en tierra o bajo el agua; puede hacerse
invisible y sólo ser vista por quien se halla próximo a ser transportado por
ella.
También la abordan los
disminuidos mentales o discapacitados por cualquier razón; sus tripulantes,
viajan estupendamente ataviados y ornamentados para recibir a quienes se hacen
acreedores a su viaje desde lo terrenal al mundo fantástico de los espíritus.
En las recopilaciones realizados
por mí en la localidad de Temuco y puerto Saavedra, República de Chile, en la
novena región, pude rescatar versiones contradictorias con las aseguradas por
algunos autores: mientras estos manifiestan que Caleuche sólo puede navegar
cerca de la costa y no llega a puerto alguno salvo cuando debe recoger a quien
será un nuevo tripulante, entre las informaciones que pudo rescatar, consta que
los aborígenes aseguran que "el Caleuche viene siempre a puertos y costas
donde se detiene para esperar y abordar a los nuevos tripulantes". Estos
lugares son Puerto Saavedra, Quicaví y Trentrén; otros cambian Quicaví por
Llicaldad.
Es común conversar con quienes
manifiestan con total seguridad, haber visto el Caleuche en la noche totalmente
iluminado, desplazándose lentamente con las velas henchidas.
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Los Mapuche, Gente de la Tierra, viven actualmente en la novena región en Chile
y en la República Argentina, (Tierras que invadieron hacia mediados
del Siglo XVIII, proceso histórico designado
erróneamente como “Araucanización” )
en Patagonia y provincia de Buenos
Aires.
Algunas parcialidades o familias al
mando de un Lonko = Jefe, que los europeos a su llegada llamaron caciquejos por
derivar de la designación de Cacique que daban a los jefes mayores siendo esto
un error ya que ellos trajeron del Caribe, Centro América, la forma caribeña de
llamara los jefes.
En esas latitudes los Caciques fueron
dueños de la tierra y de todo ser viviente sobre ella, tenían el sentido de
“propiedad” mientras que en estas regiones y en todo el mundo andino existía el
principio de “pertenencia” a la tierra o Pacha, a la Pachamama = Tierra madre. Los mapuche se dividían en familias o
parcialidades, algunas fueron conocidas por Ranqueles, Vorógas o Borógas,
Pehuenche, Picunche, Hulliche.
Por distorsión colonialista se les
impuso también el nombre erróneo de Araucanos que ellos no aceptan por lo que no
nos cansaremos de repetir que hacerlo es un error y un abuso.
Fue el escritor español Alfonso de Ercilla quien con su poema épico “La
Araucana” difundió en el Reino de España este error que el tomó, de sus
observaciones en su breve estadía en Chile y así lo manifiesta en el breve
glosario de su obra, “...llámanse los
indios dél, araucanos, tomando el nombre de la provincia.” Este error se ha seguido practicando aún por
profesionales de la historia y antropología.
Asimismo quiero recordar que, en la
grafía castellana el nombre del pueblo Mapuche no se pluraliza, se lo hace con
el artículo: Los Mapuche, Las Mapuche.
Contrariamente a lo asegurado por infinidad de historiadores que proclaman
la inexistencia de la designación oficial, o en documentos de ese tenor, del
pueblo trasandino como “Mapuche” circunstancia que obligó a representantes de
dicho pueblo a pronunciarse al respecto en el Congreso realizado en San Martín
de los Andes, Argentina, en el año 1961 en el cual se concluyó que a partir de
ese momento sería su designación oficial.Es probable que la designación oficial
no exista o no se haya encontrado todavía ningún documento que lo atestigüe, pero en cambio ya se los conocía y nombraba
con ese nombre propio en los ámbitos populares como lo atestigua Santiago
Avendaño ( en sus memorias.
Memorias de las que se valiera Estanislao S. Zeballos para publicar la
famosa trilogía “ Calfucurá - Painé – Relmu” ocultando su procedencia, que
disfrazó convenientemente amañada.
Hoy la editorial “Elefante Blanco”
reeditó y publica ambos trabajos, tanto la recopilación de las memorias de
Avendaño, realizada por el Rdo. Padre
Meirado Hux, de quién se está revalorizando su aporte a la “Otra historia”.
En sus memorias Avendaño relata su
vida junto a los indígenas, en el seno de una familia cuyo Lonko o jefe, quién
lo protege y lo educa entre los suyos, él lo llama “Canui”.
Supongo, salvando las
distancias lingüísticas y dialectales que el autor utiliza, se trata de la
familia ranquelina Canhué.
Conocí y fui amigo de un descendiente
de dicha familia, Germán Canhué.
Héctor Pablo Ossola escribió “El Bramido del Puma”, hermosa versión
novelada de la historia del pueblo Mamülche = Rankulche (Ranquel) en la que
nuestro amigo colaboró como asesor e informante. (Pueden solicitar ejemplares a su autor aquí, por
facebook.)
En estas memorias vividas entre los
indígenas y entre las fuerzas del refugiado Coronel Baigorria, quien lo
alecciona y protege en sus toldos, Avendaño hace una minuciosa reseña de usos y
costumbres de sus captores desarticulando las feroces habladurías que se hacían
maliciosamente sobre los indios.
Desmitificando las atrocidades que,
fuera de las acciones propias de una guerra, realizaban, uno y otro bando, que
se le habían endilgado, maliciosamente.
Es durante este relato que se
desarrolló entre 1834, año del comienzo de su cautiverio, hasta 1854 Avendaño
reseña su vida entre ellos y nombra genéricamente a sus captores como
“Mapuche”.
Así que podemos asegurar con meridiana
exactitud que ya se los identificaba por entonces con el nombre propio de
“Gente de la Tierra” que es lo que significa en su lengua “Mapudungum” Mapuche,
Mapu =Tierra, Che = Gente.
Quizás, como suele suceder, en estos
casos, esta identificación, que se conocía popularmente, no había llegado al
uso de los niveles de la clase intelectual de entonces, quienes tendrían, casi
con seguridad, la responsabilidad sobre la redacción de los documentos
oficiales y textos de entonces, generalmente reservados a una elite dominante.
Los herederos actuales del legado
ancestral del pueblo trasandino como el resto de la sociedad, de ambas márgenes
de los Andes, desconocía por entonces, a pesar de las memorias de Avendaño,
olvidadas en los fragores de nuestra historia, la existencia de esta
confirmación.
Si alguien se percató de ello, pasó
desapercibido para aquellos que no estuvieran en el tema de enlazar este texto
con el tema mapuche.
La actual reedición de las memorias de
Santiago Avendaño por la editorial Elefante blanco, puso al alcance de los
investigadores y revisionistas de nuestra historia un material invaluable con
el que cotejar de “Primera mano” esos momentos históricos vividos por él.
Ahora puestos a desentrañar la
controversia sobre este tema que ha preocupado y ocupado a los actuales
descendientes del legado de la Nación Mapuche; herederos a los que se les ha
impuesto un patrón cultural que no les es propio.
Así en la lejanía que impone el
tiempo, que todo lo desdibuja, ellos tratan de hallar su genuina identidad;
Lejos de la época de los tratados y convenios mentirosos, el compromiso de
facciones políticas enfrentadas, como ocurrió en el pasado, que los ataban a enfrentamientos ajenos, a su
propio camino; camino que en estos tiempos nuevos, intentaban vanamente, dilucidar.
Esta preocupación los llevó a convocar en 1961 un congreso de los representantes de las
parcialidades que en la actualidad se hallaban dispersas por el territorio de
Chile y Argentina; reuniéndose en la localidad Argentina de San Martín de los
Andes y convienen en utilizar esa denominación, sin conocer que en el siglo
pasado existían registros que avalaban el uso de este nombre para ellos.
Ahora sabemos que Santiago Avendaño
los llama “mapuche” genéricamente se halla hablando de sus captores y el lonko
que lo protegió, que según sus datos es Rankulche =Rankel
Lo importante es
que él diferenciaba al grupo al que
pertenecían.
Avendaño fue un hombre instruido en un
tiempo oscuro y revuelto de la vida nacional, donde pocos gozaban de ese
privilegio, aprendió la lengua mapuche y supo utilizarla a tal punto que se
convirtió en “Lenguaraz” termino que definía al escriba, traductor, escribano
entre los indígenas.
Conocimientos que le serían útiles en
su reinserción en sociedad; a su regreso desempeñó para el Gobierno Nacional importantes
servicios en la relación que los gobiernos de entonces mantenían con las
naciones indígenas.
Encontrar en sus memorias una
referencia concreta a los “mapuche” como sus captores haciendo la salvedad que
un jefe de otra parcialidad, de peso entre ellos, lo protegió y mantuvo,
durante esos años bajo su tutela, como si se tratara de su hijo, al punto de
llegar a reconocerlo como “padre”, es de suma importancia documental dado el
peso de quién la certifica.
En los años de referencia de las
memorias (1834/54) todavía el gentilicio “Mapuche” no se había generalizado en
su uso en el habla rioplatense como sí ocurría más de un siglo después.
Fue quizás esa generalización tan arraigada
y reiterada en el habla rioplatense y en la literatura de la segunda mitad del
siglo XX lo que llevo a los integrantes de la nación “mapuche” a buscar una
confirmación en los documentos oficiales, o referencia más antiguas de
cronistas, viajeros, aventureros, que por cierto no se encontró y los llevó a
realizar el congreso de San Martín de los Andes, al que me refiero, más arriba.