sábado, 15 de noviembre de 2014

RODOLFO KUSCH el pensador más relevante e influyente, no indígena, del mundo indígena indoamericano, del siglo XX.

Su postura y pensamiento sigue guiando el pensar y hacer de los hombres de América.


    Desde que mi mente se instaló en el compartimento antropológico abrevé en este gran hombre que fue Dn. Rodolfo Kusch, me guió en mis primeros pasos en la senda del ¿Qué hacer? De esta disciplina apasionante y comprometida.
     Su pensamiento, enraizado en las venas indoamericanas está tan vigente como en aquellos primeros pasos de mi lejana iniciación hace ya casi, cincuenta años.
    No obstante, la gran diferencia, con nosotros, simples aprendices, al momento  de abordar el problema, tipifica la importancia del pensamiento de Kusch a través del tiempo.
   Últimamente algunos académicos de la UBA han publicado trabajos sobre él: (“Rodolfo Kusch: América mestiza y antropología filosófica americana” de R.H.Ríos y Di Lorenzo) donde se rescata su pensamiento actual en contraposición con la actuación de un sistema impuesto que lo desoye y desconoce.

    Incursionando en el mundo de la historia reciente de los argentinos y en la política, ambos autores abordan el pensamiento de Kusch referido al pensamiento popular del Peronismo; como este movimiento popular fue asumido como propio por los desposeídos de América, siendo hacia la segunda mitad del siglo XX, la fuerza política más importante y aglutinante de esta región del mundo.

    Este viernes 14 de noviembre de 2014, R.H.Ríos publicó una nota en el diario Página12 en el que retoma ese pensamiento específicamente denunciando un suceso que es casi común en nuestro país, combatir la “Práctica ilegal de la medicina” asumiendo que los Sanadores Populares, Chamanes o Curanderos, violan con su práctica, la normativa que así lo establece.
    Como ocurre, casi siempre, con la mayoría de las acciones aplicadas a los pueblos indígenas desde la óptica del sistema impuesto, actores privados o el mismo estado nacional, desconocen la cosmovisión aborigen, no les interesa comprenderla, sólo se ocupan de negar la razón que pudiera sustentar sus creencias, peticiones o reclamos.

    En este caso puntual, vuelven a equivocarse.
  Partiendo de la premisa que nadie es sanador o curandero si no es mayoritariamente aceptado por la comunidad o grupo social que lo contiene, limitar o negar la acción de estos hombres es, lisa y llanamente, inmiscuirse en la privacidad de las personas.
   Este hecho, en sí mismo, está vedado a las autoridades y al estado en tanto y en cuanto es una relación íntima y personal lo que hace que combatir su práctica, sea un acto plausible de violación de los derechos individuales de los ciudadanos.

  Comprender el alcance de la mecánica de relación entre los grupos desposeídos y la necesidad de la vivencia cotidiana dentro del sistema impuesto es un ejercicio para el cual la sociedad o el sistema no está preparado, de allí que el pensamiento de Kusch se manifieste tan vigente.
    En los años ochenta del siglo XX  Un conocido médico de Buenos Aires, en pleno auge del movimiento indianista en la sociedad argentina (Capital Federal – Ciudad Autónoma de Buenos Aires) publicó el libro, cuya tapa, ilustra este texto, a cuyo autor traté y conocí bastante bien.
    Ya les comente a ustedes, mis lectores, que por esos años colaboré desde la electromedicina, con el Dr. Florencio Escardó, a quién construía e incorporaba a sus estudios (“Ionisadores resistivos capacitivos” para reemplazar los fabricados con tranformadores de ruptura capacitiva, llamados “FLY Back”, muy utilizados en TV. Que le fabricaban anteriormente y que suponían un cierto riesgo para los usuarios, generalmente niños.) Con él trabajé en la aplicación de estos  equipos, en su consultorio de la calle Santa Fe y a domicilio donde solía enviaba a dejar los ionizadores en las viviendas de los chicos con problemas bronco-pulmonares y concientizar a sus padres sobre su uso.
    Decía el Dr. Escardó: “… si me dicen que un sapo colocado en la pancita de un niño lo cura … Primero coloco el sapo y luego me dedico a indagar sobre las causas de su curación.”   Existe una sola medicina… La que cura.
    Así que por entonces estaba medianamente familiarizado con esta práctica reñida con el academicismo colegiado imperante, que se oponía a la práctica de la Acupuntura, la Homeopatía y otras disciplinas conexas
     Ese pensamiento de F. Escardo y el manifestado por S.Tarnopolsky en su libro se entronca con la filosofía de Kusch que no es otra cosa que el sentir y pensar de la América indígena, mestiza o criolla del Continente.

    Un mundo donde los indígenas son “Minorías”, los médicos no alcanzan y si llegan a sus regiones, alejadas de la mano de Dios y del Estado, son caros para sus recursos y economías, siendo generalmente incomprendidos.
    La necesidad de aportar soluciones a los problemas cotidianos y abordar esta problema desde la relación sujeto-sanador sigue manteniéndose ya que desde la edad media y merced a las anticipadas propuestas islámicas de Ahmed ibn Sahl al-Balkhi (d. 934) y Haly Abbas (d. 994) la humanidad comprendió la importancia del contexto social y su relación con el cuerpo físico, cumplen una función primordial en las salud.

     Los especialistas modernos que intentaron definir esta disciplina nos dicen que: Resumiendo, podemos definir la Medicina Psicosomática como “… Una manera de practicar la medicina que tiene en cuenta los factores biológicos, psicológicos y sociales del paciente en el diagnóstico, tratamiento y prevención de toda enfermedad ”.
    Si nos atenemos a lo expresado por estos cultores y precursores de esta disciplina, podemos inferir que, la comprensión de la cosmovisión y del mundo Indoamericano no es un complejo sistema de creencias arcaicas, perimidas o que debemos desechar por primitivas o animistas.
    De lo expuesto surgió la importancia de acuñar un pensamiento propio que nos aporte desde esa convivencia con lo cotidiano, la experiencia capaz de comprender al otro y su entorno y llegar así a comprendernos, en este mundo de interrelaciones, a nosotros mismos.
    Desde esta perspectiva es que R. Kusch nos propone sus “Silencios” sus distintas acepciones del “Estar”:  “Estar estando”, “Estar andando”, “Estar Siendo”, que en sí mismo es una forma de “Existir” en permanente conjunción con el otro y su entorno social, geográfico, psíquico.
   Lo vigente del sentir y hacer de este gran pensador, de nuestra realidad es la militancia, el compromiso de “Estar siendo” en el otro, de esas vivencias conjuntas que nos enfrentan con el mundo real al que no llegamos a comprender en su totalidad.

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