Los derechos y las
obligaciones deberían tener el mismo peso ante la ley como ante la justicia
popular; sin embargo ésta hace prevalecer los derechos por sobre las
obligaciones; esto generalmente obedece al desconocimiento de las causas,
ocasionalmente principistas, que generan, respaldan o certifican, estas
cuestiones.
Esta circunstancia tan
ligera o mediática se ha puesto en evidencia estos últimos años debido a estas
nuevas herramientas de la informática que permiten exponer o viralizar, como se
usa ahora, un tema puntual en las redes
sociales, y hacerlo con pasmosa rapidez.
Rapidez,
que la mayoría de las veces, atenta con la seriedad, veracidad, con que se
trata la cuestión; ya que la ligereza de exponer una opinión ante un grupo
determinado, atenta contra el análisis profundo del tema.
Este
tratamiento de la información la podemos observar y estudiar detenidamente en
los días que siguieron al caso del ARA. San Juan y el asesinato de un joven
militante de los reclamos mapuche, por parte de las fuerzas estatales de
seguridad.
Ya lo
expresé en otras notas, este es el resultado de la falta de información veraz
por parte de los organismos responsables, en cada caso; esta desinformación
premeditada alimenta la capacidad social de crear sus propias respuestas que se
reproducen en todo aquel canal de comunicación disponible.
No
deberíamos prestarnos al juego perverso de manipulación que este mecanismo
genera, poniendo en marcha el uso que otros intereses pretenden instalar en
nuestra sociedad.
Usar
estas nuevas herramientas, no nos debe hacer perder la perspectiva, la
ecuanimidad y el análisis de lo tratado y proceder al correcto enfoque del
entorno.
Si
una cuestión y su tratamiento, es tan veloz y efímera que no nos otorga tiempo
para profundizar en sus bases o fundamentos; ésta no merece nuestra
preocupación.
Por el
contrario las circunstancias históricas que debieron vivir los pueblos del
continente y como consecuencia sus herederos, que paradójicamente somos todos
nosotros; hace que este tema se convierta, no sólo en una cuestión de
actualidad, sino una cuestión estratégica para los países involucrados.
Así lo
hice saber en “La Cuestión Mapuche” y en la infinita cantidad de notas que este
tema me movilizo a confeccionar desde la década de los ochenta.
Esta
cuestión adquiere importancia estratégica para Argentina por una razón muy
importante, al margen de la cuestión indígena, que contempla y establece sus
derechos ancestrales en pugna con los estados Nación .
Después de la guerra de Malvinas se sumaron los
intereses espurios que hay detrás de los Mapuche y de toda causa conveniente
para los británicos o las políticas al respecto de nuestro vecino país, Chile.
Lamentablemente
debemos reconocer que aquel discurso de la Hermandad Sudamericana tiene tantas
grietas como países la componen; Chile se halla enemistado con Bolivia y Perú,
con quien se enfrentó en un conflicto bélico, conocido como la guerra del
pacífico, Bolivia tiene con Chile el litigio por las fuentes de aguas
territoriales y la salida al mar que el país, hoy mediterráneo está reclamando
esa conexión con el Pacífico que antaño poseía.
Perú se
encuentra enemistado desde siempre con Chile, como dije, y con Ecuador;
mientras Colombia y Venezuela tienen dificultades para convivir en armonía
debido a lo caliente por conflictivas y peligrosas de sus fronteras internas.
Mientras
el gigante Sudamericano Brasil, hace sus propias políticas sin ocuparse por sus
vecinos, sabedor de su poder en el hemisferio.
Las
fluctuaciones políticas, impulsadas desde el norte a través de los infinitos
recursos de que dispone para controlar el hemisferio; no permiten que proyectos
como la Revolución Bolivariana impulsada por el Fallecido Hugo Chaves Frías,
prospere.
La
disolución del proyecto unificador de la UNASUR y el MERCOSUR, unos por muerte,
tal el caso de Néstor Kirchner, como por cuestiones de mandatos políticos, como
José Mujica, de Uruguay; Rafael Correa de Ecuador; Lula da Silva de Brasil;
dieron vía libre a los nuevos aires políticos en el hemisferio.
La
presencia neoliberal en nuestra región es el caldo de cultivo de todos los
males que últimamente comenzaron a gestarse.
La
cuestión planteada por las luchas y reclamos del pueblo Mapuche existen desde
que ellos presentaron batalla a quienes querían someterlos; pueblo que nunca fue oficialmente derrotado o
sometido por el usurpador de sus territorios; fueron empujados arrinconados en
las regiones del sur de ese país.
Si bien
el problema de la tierra siempre existió como una de las cuestiones más
importantes a tener en cuenta a la hora de las negociaciones en la cuestión
indígena de los pueblos aborígenes, mereciendo distintas formas o metodologías
a la hora de reclamar a los Estados Nacionales aportar soluciones; sin embargo
nunca se había llegado a tal virulencia en las acciones de protesta y reclamos.
Acciones
que no son bien vistas, por algunos residentes mapuche, que así lo hicieron
saber a la prensa.
Dichos
reclamos indígenas hoy, son funcionales a los intereses británicos en la
región, razón por la cual reflotaron las alocadas y destempladas apetencias de
un abogado francés, Orellie Antoine de Tounens
que en 1860 convenció a algunos mapuche de crear el Reino de Araucanía y Patagonia
con él como Rey litigaría y llevaría sus reclamos al concierto internacional.
Cuestión
que nunca ocurrió formalmente pero le sirvió a este personaje lograr ingresar
al complejo mundo nobiliario europeo, tan esquivo como anhelado por la burguesía
francesa del siglo XIX.
Reflotar
estas circunstancias, curiosas, llamativas necesariamente deben concatenarce
con la creación en el puerto de Bristol en 1978 una organización compuesta por
miembros mayoritariamente ingleses y un mapuche que se dedicaría
fundamentalmente a recaudar fondos para continuar la lucha del pueblo mapuche.
De esta
organización surge Facundo Jones Huala como vocero mediático de las acciones
que se emprenderían; lejos de ser un terrorista es un funcional activista a los
intereses ingleses y chilenos en la región.
Usted se
preguntará como puede ser funcional a los intereses chilenos e ingleses, y a su
vez a los intereses mapuche.
Muy
simple, llevando el conflicto sobre la tierra al Este de la cordillera.
Chile no
reconoce la Preexistencia de los pueblos aborígenes en su territorio.
Por ésta
simple razón, el “Derecho Ancestral” válido y esgrimido por los pueblos originarios
no puede llegar a tener validez en ese país pero sí en el nuestro que les
reconoce, a los aborígenes, de su territorio, su preexistencia.
Es por
esta circunstancia que Argentina debe asegurar fehaciente-mente la preexistencia
de sus grupos aborígenes y no puede aceptar a todos aquellos que se digan
aborígenes Argentinos preexistentes; o que presionen para ser reconocidos como
tales.
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