jueves, 30 de mayo de 2013

La Causa Indígena Hoy

Nada nuevo bajo el sol

     Después de haber estado en las filas de la militancia, en la causa indígena de Latinoamérica, habiendo participado del renacimiento de la causa, en la agenda Política Social de los Argentinos, haciendo del reclamo de los verdaderos dueños de la tierra y de nuestras raíces, una de las causas vivas, entre los reclamos de los desposeídos de América.
     Hoy, a mis setenta años, siento un profundo pesar y una gran desazón por como están las cosas.
     Creo que, si bien, operativamente hemos sabido hacer algunas cosas, para instalar la cuestión en la conciencia colectiva y rescatar de la memoria social los hechos históricos, adormilados en el entramado social, siempre tendencioso y propenso al olvido, nos faltó presencia política, propia o partidista, que no supimos lograr oportunamente.
     La falta de esa cuota de presencia Política Indianista propia, el poco o nulo interés de los partidos políticos por incorporar, a sus plataformas o programas, las causas indígenas, con la insana y falsa creencia que, estas cuestiones sociales, no suman votos sino que los restan.
     Esta falsa pero muy bien gestionada conducta política, utilizada desde la Conquista, La Colonia y desde la formación en nuestros países Amerindios por aquellos intereses que mantuvieron y mantienen una dependencia ideológica, económica o más.
     En el contexto de Naciones del Orbe, con las políticas globalizadas que se pregonan, sólo eso, se pregonan pero no se inculcan con el ejemplo sino con la imposición de acciones, modelos o recetas que complican y coartan las autonomías nacionales o regionales.
     Fiel ejemplo de ello son las políticas que trajo la globalización en Europa, políticas que involucra a todos los países del viejo mundo.
     Una silenciosa, pero presente dependencia del noreste europeo, de los países líderes y una esa callada dependencia de los países menos hegemónicos de la vieja Europa, que está sorteando la tempestad, tratando de hallar solución a su crisis.
     Mal podemos pensar que las políticas indianistas de países emergentes o como se decía antes ¡En vías de Desarrollo! puedan ser tenidas en cuenta por los que manejan el poder.
     Recientemente en 1994 con la “Reforma Constitucional” realizada en Argentina pudo cambiarse aquel articulado que aconsejaba a las Cámaras Legislativas: "... Proveer la seguridad de las fronteras, conservar el trato pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al catolicismo".
      Palabras que estaban enquistadas en los políticos y la sociedad global y cuyo intrínseco significado rigió la conducta con los pueblos Aborígenes.
     A estas alturas era innegable y notorio que a los Indígenas no se los consideraba Argentinos y más allá de acciones confusas, mal encaminadas o distorsionadoras de la realidad, como ocurrió con la Ley 23.302 y el INAI.
     Puedo asegurar que, no se ha dado ningún paso en gobierno alguno por más progresista, popular o populista que este se muestre, para dar una solución definitiva a la Causa Indígena, una estrategia de Estado que aborde la temática de fondo y aporte verdaderas soluciones a la Causa en conjunto.
     Es cierto que algunas administraciones han aplicado el principio de solidaridad y han llevado adelante algunos paliativos en momentos difíciles y coyunturales que viven los pueblos indígenas, pero deben reconocer que resulta insuficiente.
     El mayor de los logros obtenidos por los propios indígenas, en el marco de las Políticas Indianistas de los ochenta, fue la redacción, discusión y presentación ante el Congreso de La Nación de un Proyecto de Ley que se discutió y se aprobó en 1984 como la “Ley de Protección a las Comunidades Indígenas” 23.302-, luego en 1985 se reglamentó incorrectamente tergiversándose, desde el Ejecutivo Nacional, el verdadero espíritu de la ley.

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